CIUDAD DE MÉXICO.- Durante la pandemia por la COVID-19, cinco de cada diez personas consumieron alcohol. Las mujeres que se sentían en aislamiento social tendieron a hacerlo en mayor medida debido a la jornada laboral que, además del teletrabajo, incluyó el cuidado de las y los hijos, limpieza del hogar, etcétera.
La técnica académica de la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la Facultad de Psicología de la UNAM, Claudia Ivette Jaen Cortés, explicó lo anterior con base en un estudio que realizó por medios electrónicos para conocer las diferencias de la ingesta de ese producto entre hombres y mujeres adultos, y determinar si el apartamiento tuvo un efecto.
Durante el noveno ciclo UNAMirada desde la Psicología, con el tema Salud, pareja y COVID, la experta añadió: En México los diagnósticos más comunes de problemas de salud mental fueron depresión y ansiedad, con síntomas de moderados a graves; esta última producida, sobre todo, por la incertidumbre y falta de control.
El trabajo de la universitaria tuvo el propósito de establecer si existían diferencias en los niveles de ansiedad entre quienes estaban confinados y aquellos que no, y si se sentían perjudicados en la vida cotidiana por la situación. Participaron 318 adultos -la mayoría mujeres, de 18 a 79 años con una media de 36-, cuya colaboración fue anónima, confidencial y voluntaria.
Seis de cada 10 estaban confinados; la mayor parte contaba con estudios de licenciatura y ocho de cada 10 trabajaba, pero también se evaluaron a estudiantes, etcétera.
Con el cuestionario en línea se encontró que el aislamiento tuvo repercusiones en la salud mental. Además, se elevaron los casos de hostilidad entre adultos: a mayor afectación, mayor fue esa actitud, subrayó Claudia Ivette Jaen.
Mencionó que en el periodo de emergencia sanitaria se disparó el uso de aplicaciones para buscar a otra persona, al igual que la prevalencia de infidelidad emocional y conductas como el sexting (envío de mensajes sexuales, eróticos o pornográficos, por medio de teléfonos móviles).
En cuanto a la situación de pareja, con base en estudios internacionales enfatizó la universitaria, 25 por ciento de los matrimonios vivió situaciones de infidelidad; es decir, vínculos emocionales o sexuales con otra persona.

Al respecto, abundó que cuando sabemos la otra persona nos fue infiel o nosotros lo somos, disminuye el deseo sexual y tenemos una percepción de menos satisfacción y felicidad con ella.
También los casos de violencia: la Organización de las Naciones Unidas encontró que una de cada tres mujeres la vivía en el ámbito físico o sexual por parte de su pareja. Subió el número de llamadas a la línea de atención a la violencia en el hogar, es decir, también se ejerció contra las y los hijos.
La agresión de pareja puede ser física, psicológica, sexual, patrimonial o económica. En el confinamiento, el hogar corría el riesgo de volverse un lugar peligroso, recordó.
Aligerar la situación
La pandemia tuvo efectos en la interacción social. El aislamiento ocasionó repercusiones en lo económico y social, lo cual incrementó la incertidumbre y el malestar emocional. La ausencia de contacto físico con familiares y amigos tuvo consecuencias importantes, y esos cambios nos hicieron más vulnerables, consideró Jaen Cortés.
La coordinadora del Departamento de Comisiones Dictaminadoras de la FP argumentó que se dispararon las cifras de ansiedad, depresión, estrés, insomnio y numerosas personas experimentaron ataques de pánico.
El encierro produjo estrés, soledad o sensación de estar atrapado; otros sintieron enojo, frustración, miedo, inseguridad o preocupación.
Expuso que el alcohol es una sustancia que genera dependencia; su consumo prolongado causa daños en la salud. Se asocia con 200 enfermedades y trastornos agudos y crónicos, como cirrosis hepática o accidentes de tránsito. Ocasiona más de tres millones de muertes prematuras y discapacidad en el mundo, y se relaciona con consecuencias negativas importantes a nivel individual, familiar, laboral y social.
