REVISTA GLOBAL UNAM
CIUDAD DE MÉXICO.- La Navidad genera simultáneamente sentimientos de felicidad y nostalgia en gran parte de las personas. Esto se debe a que en esta fecha suele reunirse la familia y fortalecerse los vínculos afectivos. Por ello, se activan memorias emocionales vinculadas con la infancia y las tradiciones familiares.
La nostalgia es extrañar algo y, al mismo tiempo, tener buenos recuerdos. Es una manifestación que no necesariamente implica tristeza, explicó Gabriel Gutiérrez Ospina, investigador del Departamento de Biología Celular y Fisiología del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM. Por eso, añadió el también académico de la Facultad de Psicología, la nostalgia está asociada a situaciones más bien positivas.
Generalmente, afirmó, las familias son disfuncionales, pero en Navidad “todo el mundo tiene una vocación de cuidado por el otro”, que se expresa a través de la comida, los regalos, los gestos considerados y permisos que normalmente no se otorgan.
Desde la infancia y conforme pasan los años, se genera una atmósfera de aparente felicidad y compromiso mutuo. “Eso se siente rico, es un apapacho”, dijo el académico. Y como la familia suele actuar así en conjunto, surge un ambiente que desearíamos que siempre fuera igual.

La razón de sentir nostalgia en esa fecha es que, en esos tiempos de convivencia, nos sentimos cuidados: los hijos no van a la escuela y papá y mamá también permanecen en casa. Realmente se detienen las labores relacionadas con el trabajo y la educación, lo cual genera un espacio que permite interacciones sin un componente estresante adicional. “La gente se siente más relajada y convive de forma más sencilla y pacífica”.
“Estos elementos generan memorias que hacen sentir a una persona bien, querida y reconocida”, añadió el académico. Incluso los regalos del 24 de diciembre contribuyen a esa sensación.
¿Qué pasa en el organismo?
Todo el cuerpo se pone feliz. Recibir un regalo genera expectativa, especialmente en los niños. Esa anticipación puede producir exabruptos o un “estrés bueno”, que rápidamente se transforma en gozo. “Pueden manifestarse de forma efusiva”. En esta fecha no hay estrés negativo.
El organismo está repleto de hormonas: no solo oxitocina —que se libera en el cerebro y brinda felicidad—, sino también dopamina, que contribuye a reducir la inflamación. Además, disminuye el cortisol, la hormona asociada al estrés. Cuando sus niveles bajan, el cuerpo alcanza un estado fisiológico más equilibrado, lo que favorece una mayor sensación de bienestar.
Desde el cerebro
Durante estas fechas hay numerosos estímulos visuales: el árbol de Navidad, los regalos, la iluminación y la atmósfera festiva. Esta asociación desencadena un ambiente familiar agradable casi de inmediato.
Al ver el árbol de Navidad, muchas personas experimentan nostalgia y pensamientos como: “ya quiero que sea la próxima Navidad” o “¿qué me van a regalar?”.
Los ganglios basales, la corteza prefrontal, el hipocampo, la amígdala y la corteza entorrinal interactúan para generar un estado de bienestar transitorio que trae de vuelta las memorias de las fiestas navideñas.
A nivel físico, el organismo también responde: el corazón se acelera, aumenta la respiración, puede haber sudoración y los músculos se tensan.

Desde la infancia
La Navidad no se vive igual en la infancia que en la adultez. “De niños nos hacen creer cosas extraordinarias, que es algo maravilloso”. Por ejemplo, que Santa Claus o los Reyes Magos traen regalos con cariño.
Sin embargo, para los padres esto implica presión: ir a tiendas llenas, no encontrar estacionamiento, buscar el regalo exacto. En muchas ocasiones, la Navidad hace que su vida sea más complicada y estresante, especialmente cuando no encuentran el regalo solicitado.
Aunque en la adultez se sufre el estrés propio de la temporada, también se puede disfrutar de un ambiente más relajado y de las interacciones familiares.
Otras fechas
Otras celebraciones pueden generar efectos similares: los cumpleaños, encuentros familiares durante eventos deportivos como un campeonato mundial, el Día de la Independencia o incluso el Día de Muertos.
Todas estas fechas forman parte de una simbología social que permite al ser humano cambiar temporalmente la forma en que aborda la vida cotidiana.
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La neurociencia explica por qué la Navidad despierta nostalgia y felicidad: memorias emocionales, vínculos familiares y respuestas cerebrales que refuerzan el bienestar.
