lunes, 24 noviembre 2025

Puebla, Pue. México

La psicología detrás de los penales: más que una cuestión de técnica

PEPE HERRERA/UNAM GLOBAL REVISTA

CIUDAD DE MÉXICO.- En el fútbol, la psicología de los penales es tan crucial como la técnica. Durante estas situaciones, que pueden definirse en segundos, jugadores y porteros enfrentan una intensa presión emocional que impacta directamente en el desempeño. La disciplina mental y la preparación psicológica, más que la destreza física, determinan si un disparo termina en gol o falla. Expertos de la UNAM y estudios internacionales demuestran que entender la mente en estos momentos puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.

En el fútbol, pocos momentos generan tanta tensión para jugadores y aficionados como una serie de tiros penales. Aunque ejecutar uno de estos disparos parece sencillo, implica un cúmulo de emociones intensas tanto para el tirador como para el portero. En esos segundos decisivos, la psicología y el manejo emocional pesan más que la técnica.

El tirador carga con el peso del resultado, la mirada del público y la expectativa del equipo. Debe mantener la calma, decidir con convicción dónde colocar el balón y ejecutar sin titubeos. Mientras tanto, el portero intenta leer sus gestos, ganar tiempo o “entrar en su cabeza” para desconcentrarlo.

“La ejecución de penales no depende únicamente de la técnica del jugador, sino de una combinación compleja entre estrategia, control emocional y preparación mental.”
— Dr. Víctor Manuel Rodríguez Molina, especialista del Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, UNAM

¿Ser el primer equipo en tirar o el segundo?

Durante mucho tiempo se ha creído que el equipo que lanza primero tiene ventaja. Sin embargo, una investigación realizada hace tres años por el profesor Ricardo Manuel Santos, de la Universidad de Trinity (Estados Unidos), reveló que las tandas de penales se ganan el 50.8 % de las veces por el que tira primero, frente al 49.2 % del que lo hace en segundo lugar. Es decir, prácticamente no existe una ventaja significativa en ser el primero en ejecutar.

Rodríguez Molina explicó que ese aspecto no constituye un factor determinante, aunque puede influir en la estrategia general. “El segundo equipo puede enfrentar una mayor presión, ya que debe replicar o superar el resultado del primero, lo que genera un estado de estrés y concentración más altos”, señaló.

Aun así, aclaró que lanzar primero suele responder a una decisión estratégica: “Usualmente se hace para mandar un mensaje de confianza a los compañeros, pero no define el resultado”.

¿Quién debe tirar primero?

En la Eurocopa de 2012, España y Portugal se enfrentaron en una semifinal intensa que se definió desde los once pasos. Portugal contaba con Cristiano Ronaldo, su mejor cobrador, pero el primero en ejecutar fue João Moutinho, quien erró su disparo. Ronaldo estaba designado como quinto tirador, pero su turno nunca llegó: España ganó antes de que él pudiera lanzar y Portugal quedó eliminada.

A partir de este ejemplo, el Dr. Víctor Manuel destacó que, más allá de decidir si mi equipo o el contrario tira primero, lo realmente importante es elegir adecuadamente al primer ejecutor. Este jugador debe reunir fortaleza emocional, control del estrés, estabilidad mental y técnica depurada, ya que marca el tono para los demás.

“Un jugador que demuestra gran precisión en los entrenamientos puede fallar en una instancia decisiva si no controla adecuadamente sus emociones. Por ello, los primeros cobradores son esenciales, pues combinan todos los factores antes mencionados y transmiten confianza al resto del equipo.”
— Dr. Víctor Manuel Rodríguez Molina, Facultad de Medicina, UNAM

El contexto influye demasiado

Otro punto crucial abordado por el especialista es la diferencia entre el contexto del entrenamiento y el de la competencia real. Durante los entrenamientos, el jugador se enfoca en la técnica, la precisión y la velocidad, logrando que el movimiento se vuelva “una reacción prácticamente automática”.

Sin embargo, en una situación de partido —especialmente en una final o un duelo de eliminación ante miles de espectadores— el entorno puede alterar su desempeño. En estos momentos, explicó, el cerebro procesa un exceso de información, activando la corteza prefrontal y provocando tres posibles efectos: el ahogamiento por estrés, la parálisis por análisis —cuando el jugador piensa demasiado en cada paso— y la pérdida de automatización del movimiento, que conlleva errores en la ejecución.

“Bajo esas condiciones, el hecho de sobrepensar en sus movimientos le va a provocar que falle”, señaló.

Entrenar, entrenar y entrenar

Ante la pregunta de si los penales deben practicarse para que no fallen cuando importa, Rodríguez Molina sostuvo que sí, pero desde una perspectiva doble: técnica y mental.

“Se necesita entrenar los penaltis para no pensar en el movimiento, sino actuarlo inmediatamente.”
— Dr. Víctor Manuel Rodríguez Molina, UNAM

¿Entre ser héroe o villano?

Eduardo Galeano, en su texto “El arquero” publicado en Fútbol, a sol y sombra, menciona que “en los penales, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía”. Lo dicho por Galeano no está lejos de la verdad, ya que la posibilidad de que un portero pueda detener un penalti va del 15 al 20 % (de acuerdo con el Institute of Exercise Training and Sport Informatics, Alemania). Es decir, de cada cinco disparos puede atajar solo uno.

Aunque usualmente no se nota tan nervioso como los ejecutantes, el portero también enfrenta una presión considerable por su responsabilidad en el resultado. Una de sus estrategias más efectivas es intentar desconcentrar al ejecutante mediante palabras, gestos o movimientos.

“Definitivamente da resultados. En muchos deportes, una de las primeras tácticas es desconcentrar al contrincante.”
— Dr. Víctor Manuel Rodríguez Molina, Facultad de Medicina, UNAM

La fórmula para un buen penalti

Tirar un penalti no es tan sencillo como parece. Sin embargo, hay estrategias clave para mejorar la efectividad: mantener la concentración, evitar distracciones y practicar la preparación mental.

“Cuando el jugador pierde la concentración, empieza a procesar el estrés y a pensar en lo que podría ocurrir si falla o acierta, lo que incrementa la activación cerebral y reduce su precisión”, apuntó Rodríguez Molina.

Algunas de las técnicas más importantes incluyen:

  • Visualización del objetivo: Imaginar con claridad el resultado deseado y el lugar exacto al que se quiere dirigir el balón.
  • Autodiálogo o diálogo interno: Repetir frases que ayuden a mantener el enfoque y bloquear pensamientos negativos.
  • Relajación y respiración controlada: Disminuye el ritmo cardiaco y ayuda a mantener la calma.
  • Neurofeedback: Permite observar y controlar respuestas cerebrales en tiempo real, aunque no siempre es más efectivo que métodos tradicionales.

Lo dicho por el Dr. Víctor encuentra eco en el tríptico The BASES Expert Statement on the Psychological Preparation for Football Penalty Shootouts, que resume lo anterior en que “una ejecución rápida está asociada con marcar menos goles en una tanda de penaltis. Actuar de forma serena es más inteligente en este tipo de situaciones”.

“De hecho, aquellos jugadores que tienden a iniciar la carrera hacia la pelota de forma inmediata, movidos por la necesidad de sacudirse la tensión del momento, tienen una tasa de conversión del 57.4 %. Por el contrario, quienes esperan y deciden el momento en que inician la secuencia de lanzamiento transforman en gol el 81.1 % de sus penas máximas”, añade.

¿Qué podemos aprender de esto y llevarlo a la vida diaria?

Más allá de su trascendencia en el fútbol, una serie de penales enseña a controlar la mente, relajarse y enfocar la atención en situaciones de presión como exámenes, entrevistas o presentaciones. La serenidad y la precisión son producto de horas de práctica física y mental. Solo quienes entrenan mente y cuerpo, y aprenden a controlar la presión, pueden confiar en su instinto y actuar con serenidad cuando más importa.

En resumen, los penales son una metáfora de la vida: no basta con habilidad; la preparación, la concentración y la gestión emocional marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso.