CIUDAD DE MÉXICO.- La acelerada digitalización potenciada por la pandemia de la COVID-19, la identificación del ciberespacio como un nuevo sitio de dominio estratégico y confrontación, así como la emergencia del desarrollo apresurado de la inteligencia artificial (IA) nos enfrentan a cambios vertiginosos, externó el director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, Alejandro Chanona Burguete
Por ello, precisó, es fundamental abrir espacios para analizar y evaluar sus impactos y visualizar nuevas formas para conocer la relación entre tecnología, poder, conocimiento y desigualdad en las sociedades contemporáneas.
“Solo así se responderá al desafío de la cuarta revolución industrial que se le impone a la gobernabilidad democrática, a las agendas de desarrollo y a la gobernanza global”, añadió durante la Mesa 5 “Inteligencia artificial para un buen gobierno”, efectuada durante el segundo día de trabajos del seminario internacional “El Buen Gobierno en el siglo XXI”.
En el evento, organizado por la FCPyS y el Programa Universitario de Gobierno de la UNAM, el experto en Ciencia Política consideró que es importante relacionarse en una reforma de programas de estudio que consideren la transversalidad que adquiere el tema de la IA.
“El desafío no es menor, considerando la velocidad de los cambios y los impactos que están teniendo en múltiples ámbitos: interacciones sociales, comunicación y participación política, educación, economía, administración pública y, en general, la toma de decisiones; pero también en el ámbito de la seguridad y en las relaciones de poder a nivel global”, señaló.
Dijo que actualmente todos hacen uso de la IA.
Las grandes empresas tecnológicas y sus creadores tienen un papel central en el avance de esta herramienta digital y en la prestación de servicios esenciales como internet o los programas computacionales.
Su desarrollo como herramienta y actor configuracional de la mano del ciberespacio y del big data, impactan y desafían las nociones tradicionales de soberanía, autoridad, agencia y racionalidad política.
En su oportunidad, Gabriela Ramos, subsecretaria general de Ciencias Sociales y Humanas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), subrayó: las tecnologías son inspiradoras y fascinantes, pero nos falta un llamado moral y ético para definir qué queremos de ellas en las sociedades.
Todos estamos conectados con la IA, desde lo más inocuo del teléfono celular hasta cosas importantes. Las implicaciones de su empleo para nuestras sociedades, democracias, vida personal y para los jóvenes que usan las redes sociales de una manera que puede ser nociva, requiere una discusión que no es tecnológica, sino social, aseguró.
Las grandes creaciones tecnológicas no son inclusivas: 70 por ciento están hechas en Estados Unidos, China y Reino Unido, pero la nación norteamericana elabora nueve veces más que el gigante asiático y 19 veces en comparación con el último país. “Hay una gran concentración del poder innovador de nuestros vecinos”, puntualizó.
