La obesidad es una enfermedad crónica que puede ser el resultado de múltiples factores genéticos, ambientales y conductuales. Implica un exceso de grasa corporal y genera una deficiencia en el bienestar integral de las personas. Si bien esta condición afecta al 72.4 por ciento de los adultos mayores de 20 años, en las infancias es una problemática latente y en aumento.
Se estima que una buena parte de la dieta de niñas, niños y adolescentes mexicanos incluye un consumo de azúcares añadidos muy alto, pues cerca del 66 por ciento de este sector poblacional supera el límite de ingesta recomendado por la OMS, que es del 10 por ciento; la media es del 21.9 por ciento.
Angélica Rojas Malpica, asistente ejecutiva de la Clínica de Nutrición de la IBERO Puebla, y Naydelin Ponce Cuaya, estudiante de la Licenciatura de Nutrición y Ciencia de los Alimentos, explican que una de las mejores maneras de contrarrestar esta problemática es fomentar buenos hábitos desde los primeros años.
Es fundamental que a las infancias se les brinde una nutrición equilibrada y completa, con opciones nutritivas y llamativas como son los frutos secos, frutas y verduras picadas y preparadas con condimentos saludables, que no contengan excesos de sodio o azúcares, o incluso yogurt, que puede favorecer al aporte de calcio y probióticos.