mié, Dic 17, 2025

Puebla, Pue. México

Desperdiciar la comida y tirar el dinero a la basura es lo mismo: Fernando González Martínez

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  • Para evitar gastos innecesarios y reducir la huella ecológica, el economista sugirió planear las compras de acuerdo con el número de personas para quienes se prepararán los alimentos

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante las fiestas decembrinas se incrementa la cantidad de alimentos que se adquieren, pero no se consumen en su totalidad, lo cual puede ocasionar que se tire a la basura el equivalente de mil a tres mil 500 pesos, alertó el investigador de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM, Luis Fernando González Martínez.

Se considera pérdida a partir de la cosecha y hasta que está en el mostrador de las tiendas; en tanto que el desperdicio es de los almacenes a nuestro hogar, detalló el también profesor de la Facultad de Economía.

En el caso de México, la población con menores ingresos invierte aproximadamente 50 por ciento de su gasto total en alimentos, pero en época navideña aumenta a 65 por ciento, lo que significa que la gente estaría arrojando a los desechos aproximadamente mil pesos.

Mientras que la de mayor percepción en la Ciudad de México destina 28 por ciento y en la temporada decembrina se eleva a 36 por ciento, lo que representa tres mil 500 pesos de comida desaprovechada.

En 2013, el Banco Mundial publicó el documento “Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en México” donde alertó que en nuestro país cada año se desaprovecha 28.7 por ciento de las tortillas producidas; 43.1 por ciento de pan blanco; 35.4 por ciento de la carne de res; 37.2 por ciento del arroz; 38.7 por ciento de pescado; 48.7 por ciento del camarón; 43.1 por ciento de la leche; y 40.2 por ciento de la carne de puerco.

Lo más sencillo sería considerar que es dinero prácticamente tirado a la basura. Se ha contabilizado que en el mundo esto sucede con 30 por ciento de los comestibles, resaltó González Martínez.

Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, añadió, 14 por ciento de los comestibles –cuyo valor equivale a 400 mil millones de dólares– se pierde entre la cosecha y la distribución; mientras que 17 por ciento en la distribución y entre los consumidores finales.

Recientemente, comentó González Martínez, una encuesta realizada por la startup (empresa de reciente creación) Cheaf evaluó lo que más se arroja a los residuos durante los festejos de fin de año; en las comidas destacan: panes (bolillos, baguets), aproximadamente 47 por ciento; le siguen las guarniciones como pasta, ensaladas, arroz o purés, con alrededor de 45 por ciento de menciones.

Precisó que si se reunieran los desperdicios de comestibles en un solo lugar, alcanzarían el tamaño de un país y sería el tercer emisor de gases de efecto invernadero. Se estima que los alimentos o la pérdida de su precio contribuye al 10 por ciento de la generación de esos gases.

Al descomponerse, aclaró, también generan metano considerado más peligroso y contaminante que el dióxido de carbono (CO2) los cuales se emiten a la atmósfera y contribuyen con el calentamiento global. Entre sus consecuencias están los eventos climáticos extremos: sequía, lluvia, frío, etcétera.

Repercusiones

México, expuso, es una de las naciones que más los desaprovecha. Lo irónico es que tenemos el segundo banco de alimentos más grande. De ese tamaño es esta práctica.

En ese sentido, recordó que datos del Banco Mundial indican que genera cada año alrededor de 36 millones de toneladas de CO2, cifra similar a las emisiones de casi 16 millones de automóviles. Si lo comparamos con camiones de basura, cada minuto se llenarían de comida cuatro tráileres.

Para reducir el problema, el primer paso es planear mejor lo que se va a comer, por ejemplo determinar el número de personas para quienes se prepararán los alimentos; ello ayudaría a garantizar nuestra sustentabilidad a futuro.

A decir de González Martínez puede contribuir la llamada economía circular, es decir, reutilizar lo más posible. De igual manera, almacenar correctamente los alimentos para prolongar su frescura y vida útil; comprar frutas y verduras de temporada; aprovechar los que se tienen para elaborar nuevas comidas; además de separar los residuos orgánicos para crear composta en casa, que pueda usarse como fertilizante.

De igual forma adquirir productos locales, lo cual reduciría su costo, beneficiaría a pequeños agricultores, disminuiría pérdidas por transporte e influencia de terceros, aseveró.