- A partir de las últimas guerras se ha intensificado más el uso del carbón
- Es necesario reflexionar sobre la colaboración conjunta con gobiernos, sociedades y comunidades
CIUDAD DE MÉXICO.- Mientras el norte global impulsa políticas de energías limpias, en América Latina comunidades enteras enfrentan desplazamiento, violencia y deforestación de un modelo que tiene intenciones maquilladas bajo el concepto de transición energética, indicó la doctora Aleida Azamar Alonso, investigadora de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Pero que en realidad, agregó, se aprovecha de la desigualdad y la falta de protección legal de las poblaciones y territorios con vasta riqueza en minerales, donde “más del 40 por ciento de los conflictos ambientales están asociados con actividades extractivistas, principalmente minerales”, sostuvo.
El seminario Extractivismo, transición energética y geopolítica, organizado por el Departamento de Producción Económica, invitó a la reflexión sobre la construcción geopolítica en América Latina, enfocada principalmente en el extractivismo de las sociedades, de las economías locales, nacionales e internacionales, que enfrentan una crisis global multifacética.
Las grandes potencias que instalan megaproyectos bajo la lógica de progreso y desarrollo, están invisibilizando los costos sociales y ambientales que enfrentan los más vulnerables, un ejemplo claro de la crisis global y deshumanizada derivada de estas actividades, son los conflictos bélicos por bienes culturales y la extracción de recursos naturales para la producción de armas.
“La supuesta transición energética supone el abandono de los combustibles fósiles –petróleo, gas, carbón–, pero nos hemos dado cuenta de que no se ha dejado, al contrario, a partir de las últimas guerras se ha intensificando más el uso del carbón”, detalló Azamar Alonso, doctora en Economía Internacional y Desarrollo.
En ese sentido, para Mariana Blanco Puente, coordinadora de la fundación Friedrich Ebert México, el cambio energético y la transición hacia nuevas tecnologías han creado dinámicas de enfrentamientos que ponen en entredicho el discurso de la transición energética ante megaproyectos extranjeros –parques eólicos, hidroeléctricas, extractivismo– en comunidades rurales, que están intensificado la violencia y la militarización en territorios ricos de estos recursos naturales.
“Países de América Latina, en su rol de exportadores de materias primas para la transición energética, están siendo atacados y violentados de diferentes maneras, donde están involucrados grupos armados legitimados por el Estado -militares-, cuerpos paramilitares y del crimen organizado”, dijo.

La supuesta transición energética, que busca abandonar los combustibles fósiles, requiere minerales y otros bienes naturales que intensifican aún más su uso respecto de lo que se venía utilizando para la extracción, y que tiene impactos alternos en el mundo.
“Las NDCs (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional) de cambio climático de los países de América Latina, no necesariamente tiene que ver con temas energéticos, sino con deforestación, cambio de suelo y transporte”, puntualizó Blanco Puente.
Países del norte global que buscan apropiarse de estos recursos, generan importantes daños socioambientales en la región, además de dejar sin beneficios económicos a las comunidades locales de donde extraen estos minerales; son las que hoy en día lideran las agendas aprovechándose de su supremacía económica y política.
“Estamos entrando en un nuevo régimen energético con una enorme desigualdad, con un impacto ecológico social impresionante, que va más allá de extraer materia prima, exportarla y comercializarla, ya que impacta directamente a las sociedades, a la economía local, nacional e internacional, en una dinámica donde los países del sur dependen de la exportación de materias primas, en tanto que los del norte controlan el comercio”, detalló Hannes Warnecke-Berger, de la Universidad de Kassel, Alemania.
Los panelistas coincidieron en que es preciso que exista una interconexión entre la economía, la política y la naturaleza respecto de la importancia de crear conciencia sobre las desigualdades y la explotación de los recursos naturales, cuestionando también la política energética en México que incluye el fracking y la extracción minera, para dialogar con los gobiernos del norte global sobre el impacto de sus acciones en los territorios del sur; “es necesario reflexionar sobre la colaboración conjunta con gobiernos, sociedades y comunidades”.
