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- Puebla, Pue. México.

10uvm01En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se conmemora este 10 de septiembre, la Mtra. Deni Salazar Aguilar, psicóloga y académica de la Universidad del Valle de México, señaló que, si bien existen diversas variables que influyen en las tentativas de suicidio, el hogar es uno de los factores determinantes para prevenirlo, a través de una crianza democrática, afectiva y de comunicación asertiva.

La Mtra. Deni Salazar recordó que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 800 mil personas se suicidan cada año, esa cifra no considera las tentativas. Señaló que el suicidio en jóvenes es la segunda causa de muerte en un rango de edades entre los 15 y 29 años.

La psicóloga recordó que la adolescencia es una etapa difícil debido a cambios biológicos y emocionales, en el que se da un proceso de maduración del cerebro, lo cual conlleva a procesos cognitivos, en medio de los cuales, los jóvenes pueden caer en errores de percepción.

Respecto a los factores de riesgo en el intento de suicidio, la Mtra. Salazar explicó que el principal se encuentra en dinámicas familiares disfuncionales, donde se presentan problemas como alcoholismo, pobreza extrema, violencia intrafamiliar, estilos de crianza omisos o negligentes, abuso sexual -mismo que se incrementó 34% durante la pandemia-, entre otras situaciones negativas.

En segundo lugar entre los factores de riesgo, se encuentran problemáticas del entorno escolar, tales como desempeño académico disminuido, acoso escolar (bulliyng), falta de sentido de pertenencia o el que los jóvenes se sientan rechazados.

En las relaciones sociales en general se encuentran otros elementos que podrían sumarse como factores de riesgo, como son el consumo de drogas o el que los muchachos se involucren en actividades transgresoras de las normas.

“También se puede presentar el afrontamiento disfuncional, es decir, el evitar y el escapar de situaciones difíciles de la vida. Otro de los factores de riesgo en los últimos años han sido las redes sociales, ya que se ha observado que los adolescentes entre los 10 y hasta los 15 años, en el momento que incursionan en las redes sociales empiezan a tener problemas de identidad, justo por problemas de aceptación”, dijo.

Salazar Aguilar advirtió que no se deben desestimar los signos de alerta que se observen en los adolescentes. Detalló que estos pueden ser:

Cognitivos: es el expresar ideas de muerte, (quisiera morirme), ideas suicidas (mejor me quitaría la vida), el expresar, no valgo, no puedo.
Emocionales: tienen que ver con la autoconmiseración y la culpa. Pueden presentarse en forma verbal o conductuales, en forma de aislamiento, tristeza profunda, con conductas extremas como dejar de comer o comer demasiado, trastorno del sueño, irritabilidad, actitud agresiva, alcoholismo o drogadicción.

Ante esta situación afirmó que la prevención nos corresponde a todos y es necesario tener protocolos de actuación permanentes en todos los ámbitos.

“Uno de los factores de protección más importantes es que los jóvenes necesitan familias funcionales, de comunicación asertiva, de contacto visual, una crianza democrática, un clima de protección, de afecto, de convivencia sana”, afirmó.

En las escuelas, las figuras docentes y autoridades escolares deben tener una visión de coordialidad y empatía, contar con protocolos para el acoso escolar y activarlos cuando sea necesario, además de dar pláticas sobre la buena convivencia y de adquirir habilidades para la vida y sociales. La Dra. Deni Salazar compartió que, en el caso de UVM, congruente con su filosofía de priorizar en todo momento el bienestar de sus estudiantes, se cuenta con un protocolo de acoso escolar.

En lo individual, es importante que tengan acceso a espacios de cultura, esparcimiento y deporte; que se le dé valor al autocuidado y que tengan la libertad de expresar sus emociones en diferentes ámbitos.

“Por ejemplo, la música tiene muchas cualidades a nivel cerebral, activa más de treinta y nueve zonas del cerebro, lo cual produce dopamina, serotonina, acetilcolina, entre otros químicos y hormonas que provocan la felicidad, además, si los jóvenes escuchan esta música, la corean, la bailan, se genera oxitocina, endorfinas, lo cual produce empatía y placer”, comentó.

Deni Salazar finalizó: “debemos fomentar las convivencias sanas a través de los valores, como el respeto, la empatía, la solidaridad, la honestidad, confianza; todo esto nos lleva a relaciones sanas, profundas, afectivas, a crear ambientes de cordialidad. Está en manos de todos involucrarnos en este problema de salud pública y dar a los niños y adolescentes un mundo más empático, amable y más vinculado afectivamente”.

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