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- Puebla, Pue. México.

Teotihuacán, la excepción de Mesoamérica

15unam01Teotihuacán es la “excepción de Mesoamérica”; se trata de un “evento” urbano gigantesco –de 20 kilómetros cuadrados- y, al mismo tiempo, de un experimento multiétnico, una utopía a nivel de organización corporativa, además de un misterio, pues sus habitantes no dejaron fuentes escritas que indiquen cómo funcionaba, relató Linda Manzanilla, del Instituto de Investigaciones Antropológicas.

     La también integrante de El Colegio Nacional señaló que Teotihuacan tuvo una organización contraria a la de los mayas. Allá se privilegiaba una pirámide social con un dinasta (príncipe o señor) a la cabeza; todo giraba alrededor de ese rey gobernante. En cambio, en la “ciudad de los Dioses” se daba prioridad a los grupos humanos, no a los individuos.

     En la primera conferencia del ciclo, “Estudio Interdisciplinario del pasado de Teotihuacan”, impartida conjuntamente con Arturo Menchaca –exdirector del IF–, señaló que la urbe atraía mano de obra de distintas regiones. Era multiétnica y se hablaban distintas lenguas.

     En el centro citadino, alrededor del núcleo cívico y ceremonial, había barrios regidos por élites teotihuacanas, pero con mano de obra de muchas regiones y en la periferia estaban los enclaves oaxaqueño, michoacano o veracruzano, por ejemplo.

     Al hablar de sus excavaciones en un complejo palaciego al norte de la Pirámide del Sol, llamado Xalla, expuso que posiblemente ahí algunos de los gobernantes trabajaban, discutían y decidían; asimismo, ahí se tenía el control de materias primas de regiones lejanas, como la jadeíta. “Queremos saber qué hacían en un palacio de gestión”.

     La arqueóloga también habló del funcionamiento de un barrio multiétnico, como Teopancazco, excavado durante 13 temporadas de campo. Se trataba de sitios con un templo, altar o plaza ritual, un componente administrativo, otro artesanal especializado y hasta una clínica donde nacían los bebés.

 

Misterios prehispánicos

     Para tratar de develar uno de los misterios que dejaron los teotihuacanos -si en la Pirámide del Sol hay alguna especie de cámaras-, en el año 2000 comenzó un experimento con un detector de partículas inestables llamadas muones, capaces de penetrar en la materia sin desviarse mucho, explicó Menchaca.

     Se producen por radiación cósmica primaria que incide sobre la atmósfera de la Tierra; por cada centímetro cuadrado de nuestro cuerpo pasa un muon cada minuto. La imagenología con base en esas partículas se usó por primera vez en arqueología en la pirámide de Kefrén, Egipto.

     En Teotihuacan se colocó el experimento en 2002 y ese mismo año se midió el primer muón en el lugar de instalación del detector. Uno de los primeros datos a extraer fue la densidad interna de ese edificio colosal.

     El detector se acabó de diseñar en 2004, luego de hacer pruebas con aparatos más pequeños; la meta era medir información suficiente para reconstruir la trayectoria de cada muón que llega del espacio. Fue hasta 2007 y 2008 que se logró integrar el instrumento.

     Se instaló un laboratorio en el fondo de un túnel que ya existía por debajo de la pirámide y el detector quedó colocado hace tres años. Los datos recabados, producto del análisis del 60 por ciento de la información obtenida, son alrededor de cuatro millones.

     El resultado señala que el detector es capaz de reconstruir la superficie externa de la pirámide y se obtuvo la radiografía de la densidad del edificio, que muestra variaciones. La zona menos densa es el lado sur, eso tiene que ver con el Sol; es decir, la pirámide está más seca de un lado que del otro, hasta en 30 por ciento de diferencia. “Está enferma de insolación y es posible que en riesgo de colapso”.

     De momento no se sabe más, aclaró el científico; el experimento se detuvo en junio del año pasado, pero aún falta por analizar el resto de los datos, y aunque no se encontró alguna cámara, sí se hallaron fluctuaciones que “de momento nos intrigan”.

     Ahora existe la posibilidad de utilizar el detector para una siguiente pirámide o sacar una “radiografía” al volcán Popocatépetl con un detector mucho más grande, concluyó.