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- Puebla, Pue. México.

Investigadores de la UNAM analizan lagartijas fósiles en ámbar

ambarunam1Entre las inclusiones orgánicas más comunes en el ámbar, al estilo fílmico de Parque Jurásico, se encuentran artrópodos terrestres como insectos, miriápodos y arañas, además de plantas, materia vegetal, madera, una diversidad de bacterias, hongos, algas, líquenes, protozoarios, rotíferos, anfípodos e isópodos. Pero los pequeños vertebrados son raros de hallar.

     Un inusual hallazgo de este tipo ocurrió recientemente en nuestro país; indígenas tzotziles, que realizan minería artesanal en los depósitos de ámbar en el área de Simojovel y Huitiupán, Chiapas, descubrieron un ejemplar fósil completo y otro fragmentado de lagartijas del género Anolis, embebidas en ámbar, con una edad estimada de 23 millones de años de antigüedad.

     Ambos especímenes son analizados en laboratorios del Instituto de Física (IF) de la UNAM, donde el estudiante de doctorado Francisco Riquelme, colabora con un equipo de investigación para dar respuesta a preguntas básicas como cuál es la clasificación taxonómica de estos animales, con el uso de sistemática paleontológica y biología comparada con especies actuales, y por qué y cómo ocurrió la conservación excepcional de estos mismos ejemplares, mediante el estudio de marcadores fisicoquímicos.

ambarunam2     Cada pieza está bajo resguardo en las colecciones de historia natural del Museo del Ámbar de Chiapas, dirigido por Bibiano Luna y del Museo del Ámbar Lilia Mijangos, a cargo de Luis Zúñiga, ubicados en San Cristóbal de las Casas.

     El género Anolis es un grupo de lagartijas pertenecientes a la familia Dactyloidae, del cual se estiman actualmente unas 387 especies. Los anoles han fascinado a la ciencia evolutiva durante años, pues constituyen un grupo de organismos cuya distribución y especiación ha permitido observar y demostrar los procesos de adaptación por selección natural. Son considerados un ejemplo de diversificación evolutiva.

     Estas lagartijas habitan los bosques tropicales de Centroamérica, las Antillas, México y parte del sur de Estados Unidos. La talla de un ejemplar adulto está entre 33 a 191 milímetros de la punta del hocico a la cloaca y típicamente están equipados de largos dedos con cojinetes que les permiten trepar, explorar y colonizar todo tipo de superficies, ya sea a ras de suelo, sustratos rocosos o en la cobertura vegetal.

     Las hipótesis de filogenia molecular indican que la especiación de los Anolis probablemente comenzó a inicios del periodo Cenozoico (ca. 60 Ma.); sin embargo, muchos aspectos sobre su dispersión y diversificación permanecen sin resolver, como consecuencia del sesgo en el registro fósil y la compleja evolución geológica del sur de México, Centroamérica y las Antillas durante los últimos 40 millones de años.