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- Puebla, Pue. México.

05papaunam01El gran reto del papa Francisco en su visita a México será responder y satisfacer con sus actos las demandas de gente que piensa en él como un liberador moderno, responsable y comprometido con las causas justas, afirmó Marta Eugenia García Ugarte, académica del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

Llega muy comprometido; será esclarecedor seguirlo y analizar sus discursos, porque hasta ahora no se le ve emocionado por este viaje y el tono de sus palabras el domingo pasado muestra lo que le provoca este país; no se le notaba el ánimo de Juan Pablo II o Benedicto XVI, aunque es probable que se entusiasme al conocer realmente nuestra nación, resaltó.

Será interesante saber cómo se libra de los compromisos políticos —con el Ejecutivo y los obispos—, y escuchar qué mensaje da a la población, subrayó al participar en la mesa redonda El papa Francisco. Su personalidad, su pensamiento y su visita a México.

En el acto moderado por Manuel Perló Cohen, director del IIS, Gilberto Giménez Montiel, también integrante de esa entidad, expuso que la figura del pontífice encarna las aspiraciones de cambio que caracterizan nuestra época, dentro y fuera del ámbito religioso.

Al interior de éste, la imagen de Francisco y las cualidades que se le atribuyen se relacionan con la esperanza de una nueva primavera del catolicismo, con el retorno al espíritu del Concilio Vaticano II y con los valores evangélicos de la Iglesia primitiva (como la pobreza y la austeridad), refirió.

En el plano de la geopolítica se le vincula con las aspiraciones de mayor justicia social y ambiental, con la lucha contra la desigualdad social, así como con la búsqueda del diálogo y de la paz en las relaciones internacionales, añadió en el auditorio del IIS.

Por su parte, Hugo José Suárez, investigador del mismo instituto, consideró que no se debe perder de vista a qué México llega, en términos religiosos. “Visitará un país altamente religioso, con una diversidad de creencias y cultos presentes en la vida cotidiana”.

Estamos en un momento en el que parte de la legitimidad que busca la Iglesia Católica está dada a partir de su influencia y relación con el ámbito político y, por lo tanto, con el Estado. También hay una pérdida del sentido de la fe por parte de las autoridades eclesiales sobre sus fieles, además de un desfase entre los mandatos doctrinales y las prácticas de los creyentes, apuntó.

En su oportunidad, Fernando González, también del IIS, aseguró que la manera de concebir a esta figura combina una faceta benevolente con otra superyoica.

En la primera, explicó, el sumo sacerdote dice que viene como misionero de misericordia, y en la segunda se despliega, como cuando en un acto de superioridad discrecional decide perdonar en el Año Jubilar a las mujeres que han pecado por abortar, ejemplificó.

A esto se añade que estará aquí precedido de una voluntad de renovar la institución y de un halo de cierta heroicidad, “en la medida que nos lo presentan como asediado por los lobos de la curia que resistirían sus intentos firmes de cambiar sustancialmente las cosas que no marchan en su Iglesia”, acotó.

Roberto Blancarte Pimentel, académico de El Colegio de México, aseguró que el poder simbólico de los pontífices proviene de la autoridad moral de sus palabras, pero también del empoderamiento que les han generado los medios de comunicación y el que los políticos les conceden.

Más allá del mensaje, la figura papal es resaltada y promovida, y el resultado es una dilución o, en el mejor de los casos, una distorsión de los contenidos, pero sobre todo una difusión cuasi idolátrica del personaje, concluyó.

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