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- Puebla, Pue. México.

10A casi cuatro meses de haber iniciado la Jornada Nacional de Sana Distancia, la transición entre la covidianidad y el mundo pospandémico se presenta como el reconocimiento diario de una realidad en permanente cambio. La condición sanitaria trastoca todos los ejes de la vida en sociedad, por lo que la recuperación deberá darse de manera integral y escalonada.

Hemos oscilado entre la quietud y la hiperactividad. En el mejor de los escenarios, nuestro peor enemigo ha sido la monotonía y homogeneidad de los días de la semana. Para los menos afortunados, la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha sido un llamado a la acción en aras de la supervivencia propia y de los seres amados. Lo cierto es que ni el búnker mejor provisto está exento de librar la batalla del diario vivir.

Derechos humanos para todas las personas

La transformación de las sociedades ha supuesto reconocer múltiples dificultades que se habían convertido en una parte difusa del entorno. De repente, las estadísticas se han convertido en historias; personas que, día con día, son violentadas y puestas en vulnerabilidad por un sistema que las ha excluido.

La Mtra. Rosario Arrambide González, directora del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ (IDHIE) de la IBERO Puebla, reconoce que los retos se presentan en múltiples escalas y manifestaciones: desde la adaptación a los nuevos lenguajes comunicacionales hasta la resistencia permanente que supone hacer frente a la violencia, desigualdad y discriminación.

Esto es visible con el agravamiento de la violencia contra las mujeres y los pueblos indígenas, así como la falta de acceso a bienes y servicios que se desprenden de los derechos humanos. Durante un foro celebrado el pasado mes de mayo, la experta identificó algunas de las principales omisiones al sistema de derechos, lo cual delata un "patrón de ineficiencia estatal" en el que está sumido el país, con o sin COVID-19.

Por tal motivo, las aspiraciones en la normalidad emergente deberían apuntar hacia sociedades más igualitarias con una protección social amplia y que incluya acceso a la salud, un ingreso ciudadano universal y tolerancia a la desigualdad y la pobreza por parte de la sociedad.

Así lo refiere el Dr. Miguel Calderón Chelius, coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la IBERO Puebla, quien ha reconocido que el discurso del Poder Ejecutivo se vuelca hacia los sectores menos favorecidos. No obstante, las carencias acumuladas en materia económica y sanitaria, así como la incapacidad de concretar políticas públicas, han limitado las acciones del Estado mexicano.

Para el politólogo, espacios académicos como los que ofrece la Maestría en Derechos Humanos de la Universidad Jesuita van a ser indispensables en el futuro inmediato para que las soluciones y alternativas a las problemáticas sociales no sean en la lógica autoritaria, sino de las libertades y la satisfacción de derechos y necesidades.

Desde su área de experticia, Arrambide González imagina un nuevo mañana en el que las personas seamos más conscientes en lo que respecta a la promoción y exigibilidad de los derechos humanos. Entusiasta de que el conocimiento ha de ser puesto al servicio de los demás, desea que los diferentes espacios formativos sean semilleros de mujeres y hombres que, conscientes de su realidad, se conviertan en agentes de cambio.

Nuevos sistemas económicos

La pandemia nos ha confrontado con limitaciones de presencia silenciosa, pero cuyo daño ha tenido altos costos. La inminente recesión económica ha llevado a replantear el sistema económico mundial, el cual depende de sobremanera en los hidrocarburos y se fortalece a costa del trabajo informal y los recursos naturales.

El trabajo digital jugará un papel fundamental en la consolidación de sistemas económicos alternativos. Para el Mtro. Aristarco Cortés Martín, director del Instituto de Diseño e Innovación Tecnológica (IDIT) de la IBERO Puebla, el futuro está en los medios digitales, las clases mixtas, el internet de las cosas y la digitalización de los procesos de valor.

No obstante, como ha demostrado el escenario de la educación, la falta de acceso a tecnologías es un obstáculo que persiste nuestro país. "La verdadera crisis es del acceso a los medios: quienes lo tienen están en ventaja con respecto a quienes no", reflexiona. Incorporar a las personas a las nuevas tecnologías implica llevar a cabo procesos de capacitación y acompañamiento con el fin de compartir el conocimiento de forma bilateral.

Ahora que el nuevo mañana invita al fortalecimiento de las cadenas locales de producción, el trabajo comunitario a través de economías circulares representa una oportunidad para transformar los procesos de injusticia social que vivimos en el mundo. Ese es uno de los pilares fundamentales de la Maestría en Gestión de Empresas de Economía Social de la Universidad Jesuita y sus áreas afines de investigación y acción.

urante un webinario interinstitucional, la Dra. Marcela Ibarra Mateos, directora del Laboratorio de Innovación Económica y Social (LAINES) de la IBERO Puebla, reflexionó sobre cómo la crisis por la COVID-19 ha hecho presente la urgente necesidad de repensar al Estado, al mercado, a la familia, a la comunidad y los territorios.

Ahora que nos encaminamos al regreso a la vida pública, la experta desea que no se pase por alto la gran oportunidad de retomar los mercados locales y tratar de que estas grandes distancias que generan problemáticas de este tipo se vean superadas por circuitos comerciales locales. Ahí, dice, la economía social tiene mucho que decir y hacer.

Cuidar la Casa Común

Construir una nueva realidad implica comprender cómo nos hemos erigido como civilización. Durante las primeras semanas de encierro, el planeta recibió un respiro en materia de emisión de contaminantes. Las especies recuperaron parte del territorio del que fueron despojadas y los recursos naturales vieron tregua en la extracción desmedida.

Se ha puesto en relieve las carencias estructurales de las personas que viven en las periferias de las grandes ciudades. "Uno de los efectos de esta crisis es cómo las condiciones de vivienda pueden determinar las capacidades de tener un aislamiento digno, o cómo las condiciones de transporte público ponen en mayor riesgo a unos grupos que a otros", señala la Dra. Emma Morales García de Alba, académica de la IBERO Puebla.

El hábitat como factor de desarrollo de las personas se ve afectado por los procesos de planeación urbana que se limitan a la respuesta inmediata sin diagnósticos adecuados de impacto ambiental. Como denunció durante una serie de foros virtuales, en el área metropolitana de Puebla hay una incapacidad desde el punto de vista de una estructura urbana fragmentada, lo cual bloquea las posibilidades de tener oportunidades de desarrollo.

Vivimos y gozamos de los productos y bienes satisfactores que el sistema pone a disposición de unos cuantos. Como reflexiona el Dr. Óscar Soto Badillo, director de Investigación y Posgrado, se debe cambiar la manera en que nos relacionamos con el medioambiente, no sólo prevenir el desastre, sino cambiar las condiciones estructurales.

La idea de comunidad queda trastocada por el distanciamiento. A partir de ahora comienza un proceso de reconstrucción de un tejido social que, en muchos casos, se encontraba roto o gravemente herido. Por tanto, habrá que valerse de la creatividad y la sensibilidad para trabajar solidariamente para construir nuevas capacidades y cambiar nuestras condiciones de vulnerabilidad.

En ese sentido, los espacios formativos deberán circunscribirse en el aprendizaje situado para comprender la realidad e incidir en ella. A través de plataformas como el Servicio Social de Inmersión y la Maestría en Hábitat y Equidad Socioterritorial, la IBERO Puebla busca consolidar aquello que imagina el Dr. Soto Badillo para el porvenir: una formación constante del sujeto como agente de cambio.

Construir desde dentro

Al inicio de la Jornada de Sana Distancia, diferentes grupos poblacionales fueron identificados como vulnerables debido a sus condiciones de salud. La Mtra. María Guadalupe Chávez Ortiz, directora del Departamento de Ciencias de la Salud de nuestra Casa de Estudios, recordó en aquel entonces que las personas mayores se encuentran en especial vulnerabilidad, pues la conjugación de factores (enfermedades crónicas, situación económica, compañía en el hogar) puede acentuar el riesgo.

Con el paso del tiempo, hemos reconocido que la vulnerabilidad se presenta en numerosos matices, los cuales deben ser atendidos a través del trabajo de acompañamiento humano y solidario. Para la experta, la pandemia ofrece la posibilidad de replantearnos, desde las disciplinas profesionales, cómo debemos formar a las próximas generaciones: si de manera individual o de forma comunitaria.

Reflexionar sobre los aprendizajes que nos han dejado los meses en el confinamiento permitirá que comprendamos el valor de elementos que considerábamos como dados. Al mismo tiempo, las prácticas como la activación física, la gestión emocional y el descanso adecuado han de ser reivindicados y contemplados como ejes esenciales para el bienestar.

El desarrollo humano es fundamental para el acompañamiento a través de la escucha activa, la empatía y el reconocimiento del otro. La Dra. Ericka Escalante Izeta, coordinadora de la Maestría en Desarrollo Humano, ha aprovechado el contexto extraordinario para reformular algunos de sus objetivos como profesionista y educadora. "Tener un título y buenas calificaciones no le da valor a ser universitario, sino tener competencias para ir y servir al mundo", comparte.

La enfermedad por coronavirus ha trastocado todos los ejes de la existencia. Esto nos ha obligado a reconocer una serie de problemáticas que habían permanecido ocultas en la retórica, pero no en la praxis. Ahora que la quietud ha dejado de ser opción, todas las áreas del saber deberán entrar en coacción para descubrir nuevas formas de vivir y convivir. Aun cuando la humanidad se detiene, el mundo sigue girando.