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- Puebla, Pue. México.

08uia01Celebrar la vida y quienes están presentes en ella, es sinónimo de agradecimiento, por ello, la Universidad Iberoamericana Puebla a través de la Coordinación de Asuntos Académicos Internacionales, organizó una ceremonia para conmemorar el XXV aniversario de la implementación del Programa de Estudios Latinoamericanos (LASP) de Seattle University.
 
En compañía de los académicos responsables del Programa –de ambas instituciones educativas-, Olivia Quiroz Centeno, coordinadora de Asuntos Académicos Internacionales, mencionó que esta celebración tuvo la finalidad de buscar y renovar caminos que llevan a la consolidación de vínculos y programas académicos de movilidad estudiantil y docente.
 
Por su parte,Fernando Fernández Font, SJ, rector de la IBERO Puebla aplaudió y celebró la fidelidad y el esfuerzo ofrecidos a lo largo de 25 años. “no es fácil sostener un programa así, requiere de un gran esfuerzo por parte de los estudiantes, de confianza de los padres y de un gran proyecto de vinculación entre la Universidad de Seattle y la IBERO”.
 
Asimismo, recalcó que el Programa tiene como finalidad realizar un proceso de enseñanza y aprendizaje en un idioma distinto, lo que verdaderamente simboliza el encuentro de muchas actividades, corazones y un ideal en común. “No se trata solo de aprender otra lengua, más bien, se trata de caer en cuenta que somos ciudadanos de un solo mundo. No debe haber fronteras entre nosotros.”
 
Gonzalo Inguanzo Arteaga, director general Académico, agradeció a las familias poblanas que se han sumado a este proyecto educativo como anfitriones –brindar hospedaje durante su estancia académica- de los alumnos de la Universidad de Seattle.
 
Inguanzo Arteaga señaló que este programa refleja los esfuerzos de la Universidad por consolidar y dar seguimiento a los vínculos con instituciones de educación superior, “es un orgullo reconocer cada uno de los aportes que el Programa nos ha brindado durante estos 25 años, así como las experiencias de los alumnos, las cuales enriquecen su formación profesional y personal”.
 
Desde un análisis profundo de todos los contextos que rodean al Programa, Jaime Perozo, director del LASP, mencionó que la implementación de estos intercambios académicos y culturales, entre las sociedades ricas y emergentes -o pobres-, no dejará de tener tropiezos y dificultades. “Esta experiencia resulta siempre enriquecedora para cada participante en distintos niveles: lingüísticos, humanísticos, etc.”.
 
Del mismo modo, Perozo compartió algunas experiencias que han impactado no sólo desde la perspectiva individual sino también desde lo social en cada persona, pues cuando se encuentran inmersos en la realidad, su forma de verla y desarrollarse en ella da un giro de 180°, lo que implica el comprender y tener empatía por el otro.
 
El Padre Carlos Escandón Domínguez,  manifestó que la verdadera raíz de este espacio intercultural académico, surge del corazón de Jaime Perozo a quien agradeció por el arduo esfuerzo empeñado en el desarrollo del LASP-.
 
“La voluntad para hacer, resulta indispensable para realizar programas de esta naturaleza. Agradezco la confianza y la perseverancia de la Universidad de Seattle por mantener sus vínculos con la IBERO Puebla”, comentó el Dr. Carlos Escandón, SJ.
 
Para dar fe sobre las experiencias y el impacto que el LASP ha impregnado a cada uno de los estudiantes de Seattle y académicos de la IBERO Puebla, Jessica Dirks y Maxx Schlaback –alumnos- y Günther Petrak, coincidieron que el tener este tipo de encuentros -en el exterior- simboliza expandir la cultura a través de entender nuevas historias, creencias y tradiciones.
 
Del mismo modo, los alumnos de la Universidad de Seattle hicieron énfasis en el acompañamiento que recibieron por parte de las familias que les brindaron hospedaje, quienes personas comprometidas con los valores de la Universidad y siempre su prioridad ha sido el ver por el otro.
 
En el marco de esta celebración, las autoridades académicas de ambas instituciones, hicieron entrega de reconocimientos a los alumnos de la Universidad de Seattle así como a las familias que han fungido como anfitrionas a lo largo de estos años.