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- Puebla, Pue. México.

La ciencia, una responsabilidad social impostergable: Alfred Zehe

07zehebuap01México no puede permitirse el lujo de retrasar su incorporación al tren del desarrollo tecnológico, por lo que la investigación científica debe orientarse hacia la ciencia aplicada con responsabilidad social, así lo afirma Alfred F.K. Zehe, investigador Nacional Emérito, por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), adscrito al Laboratorio de Nanotrónica de la Facultad de Ciencias de la Electrónica de la BUAP y autor de varios inventos, muchos de estos patentados y utilizados por la industria.

     “La ciencia es responsabilidad social: necesitamos fortalecer la economía de este país e impactar en el bienestar social. Lo importante de las últimas décadas es la concentración de la investigación en la resolución de problemas, en los temas esenciales y prioritarios, aquéllos que sirven a la sociedad  mexicana”, señala.

     De origen alemán, Alfred F.K. Zehe es Doctor Honoris Causa por la BUAP, distinción que recibió en 1980 de manos del entonces rector Luis Rivera Terrazas, por sus contribuciones en la fundación y los avances de la Física Experimental Aplicada del Estado Sólido, en la Institución.

     Bajo el signo de géminis, el 23 de mayo de 1939 nació en Farnstädt, un pueblo tendido a lo largo de una calle en el centro de Alemania. Cuatro meses más tarde estalló la Segunda Guerra Mundial, acontecimiento que marcó su vida en muchos sentidos. Entre Tauroggen y Shaulen, en el frente oriental,  con una esquirla en el corazón murió su padre en 1944. Zehe fue un “niño de guerra”, quien para compensar la baja pensión mensual de un niño huérfano, a la edad de 13 años comenzó a repartir periódicos. Más tarde, fue minero.

     En la entrevista, sus manos se mueven con energía, marcan el acento;  la mirada, benevolente, la enmarcan pobladas cejas blancas.

    En su opinión, el valor de una patente consiste en su potencial utilidad económica, en su posible efecto a escala productiva y en el mercado de trabajo: “La sangre de una economía se mantiene en flujo mediante conocimiento aplicado, innovaciones, novedades técnicas y patentes. Esto es exactamente lo que la sociedad debiera esperar de parte de los científicos. Motivarlos en ese sentido demanda, no obstante, una consecuente corrección de la escala de valores impuesta actualmente”.

     En esa dirección, justamente, Zehe -quien ha acumulado más de 50 años de vida académica en universidades de dos continentes- ha desarrollado múltiples inventos, muchos patentados y utilizados en la industria. A manera de ejemplo citó: el III-Type Luminescence  Diode, con registro internacional, que tiene un extenso aprovechamiento industrial por parte de la empresa alemana Carl Zeiss Jena-Jenoptik.

     Con esa disciplina, el también Premio Estatal de Ciencia y Tecnología en 2003, hoy está en vías de patentar un nuevo invento logrado a partir de la nanotecnología, registrado ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial con el  número de solicitud MX/a/2013/001179:  “Dispositivo emisor superficial de electrones desde un arreglo de montículos de carburo de silicio”. Sus ventajas: una alta densidad de corriente y bajo consumo de energía.

     Alto, de figura robusta, tez colorada, Zehe evoca a un roble con raíces firmes.

     Al concluir su instrucción básica, a la edad de 14 años empezó a cultivar un pasatiempo poco común para un adolescente: reunía biografías de poetas, científicos, filósofos relevantes del siglo anterior, recortadas del diario y transcritas de su puño y letra.

     En su formación como Físico Matemático, en la Universidad de Leipzig, Alemania,  tuvo profesores de la talla de Gustav Hertz, quien en 1925, junto con James Franck, recibió el Premio Nobel por un experimento de la Física Cuántica en el que se comprobó la existencia de niveles energéticos discretos en los átomos.

     A la BUAP llegó por primera vez en 1976, por invitación de Luis Rivera Terrazas. Tres años antes, estuvo en la Universidad de Chile, de donde salió tras el atentado contra el presidente Salvador Allende. En 1980, ante el Consejo Universitario de la BUAP, Rivera Terrazas se expresó así de Zehe: “Se trata de un eminente físico alemán de la República Democrática Alemana, quien tiene un currículum académico impresionante, por el número y calidad de sus investigaciones científicas en el campo de la Física del Estado Sólido”.

     Su primera línea de investigación fue la Física y Química de Semiconductores, orientadas hacia la microelectrónica y fotoelectrónica, de donde  surgió el  primer posgrado de una universidad de provincia, fuera del Distrito Federal: la Maestría en Física. Más tarde evolucionó hacia la nanoelectrónica y nanotecnología,  disciplinas en la que fue pionero en México. Actualmente trabaja desde su Laboratorio de Nanotrónica, en la Facultad de Ciencias de la Electrónica de la BUAP.

     Chile fue su entrada a la cultura latinoamericana, de la cual quedó fascinado. De México le encanta la comida, y al decirlo sus ojos se hacen pequeños, como si evocara un taco al pastor, un mole poblano, quizá una cemita.

     “A mí me encanta el picante, no hay cosa más rica, el picante hace alegrar a los mexicanos, por eso son tan alegres. Esa alegría me encanta y ese ser mexicano es tan simpático, es amable, simplemente es bonito su carácter”, expresa.

07zehebuap02     Incansable, apasionado investigador y académico, hoy enfoca su energía en la creación de grupos multidisciplinarios de investigación, porque –afirma- “lo más fructífero es la colaboración de grupos grandes de investigación de varios centros educativos del país. La  Nanotecnología, la ciencia del presente y futuro,  va en ese sentido”.

     En su tiempo libre lee literatura y mucha ciencia. Le gusta además el cine y el teatro, los museos, los mercados y las artesanías mexicanas. Y aunque se declara amante de la música clásica, particularmente de Beethoven, no duda en decir que a su muerte quiere ser enterrado con mariachi interpretando “El rey”, de José Alfredo Jiménez.

     Y es que con casi 40 años en Puebla, Alfred Zehe se siente tan mexicano como el chile verde. Para probarlo, no duda en comerse uno completo seguido de una copa de tequila, porque –dice- “el que no experimenta angustias mortales puede llamarse de allí en adelante hombre verdadero”.

     En su ya larga trayectoria académica, hay quien lo ha identificado como un rockstar de la comunidad científica. Sin duda, son muchos sus méritos y satisfacciones. Una regla Física lleva su nombre, algunas de sus patentes lograron registro en las economías más potentes del mundo, recibió el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología de Alemania y la distinción de Profesor Honorario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, por citar sólo algunos ejemplos.

     Sin embargo, no duda en decir que la más singular de sus satisfacciones ha sido su encuentro con Latinoamérica, los países del Caribe y México, y de manera particular con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

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