La Facultad de Ingeniería de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla realizó el XIX Concurso de Ofrendas 2014, en donde los alumnos de manera entusiasta participaron en la elaboración y colocación de los ornamentos que contenían los altares dedicados a diferentes personajes.
Edgar Iram Villagrán Arroyo, director de la Facultad de Ingeniería de la BUAP, manifestó que estaba sorprendido por la originalidad, creatividad y aporte cultural, que los alumnos mostraron al elaborar estos altares y por decisión unánime se obtuvieron dos primeros lugares por contener todos los elementos tradicionales y otra por la gran creatividad en la elaboración de las ofrendas.
Sobresalió el ingenio, dedicación y originalidad, que los alumnos de los diferentes colegios de esa unidad académica presentaron en cada uno de los 16 altares tradicionales que fueron evaluados .
El jurado estuvo integrado por la coordinadora de Cultura de la Facultad de Ingeniería Lorena Rojas; el alumno de Posgrado de la Escuela de Artes, Faustino Vázquez, y de la Facultad de Medicina Mónica Gámez, quienes calificaron que cada ofrenda tuviera los elementos básicos: incienso, agua, tierra, flores, calaveras, comida, bebidas alcohólicas, objetos del difunto, originalidad, diseño, velas o veladoras, papel picado, arco y un altar, que puede tener desde tres hasta siete niveles.
Mencionaron que el significado del altar representa el cielo y la tierra, en la religión católica los tres niveles representan a la Santísima Trinidad. En la antigüedad los pueblos prehispánicos hablaban de siete niveles que debía atravesar el alma para llegar al descanso espiritual.
Se mencionó que el arco hecho de carrizo con flores significa la entrada al mundo de los muertos o inframundo, en cuanto al papel picado sobresalieron los colores amarillo y morado que representa la dualidad entre la vida y la muerte. Las veladoras o cirios representan la cruz y los 4 puntos cardinales.
Después de la deliberación del jurado obtuvo el primer lugar, con un premio de 2 mil pesos, la ofrenda número seis dedicada a la Cultura Mexicana , elaborada por alumnos del Colegio de Geofísica de la Facultad de Ingeniería de la BUAP.
En la ofrenda los alumnos representaron a la pirámide del Tajín con siete niveles, en cada uno de ellos había calaveritas, algunas de ellas vestidas con trajes típicos de los estados de Veracruz y Puebla, sobresaliendo la figura de un sol azteca que realizaron los estudiantes, por lo que obtuvo el primer lugar por la gran creatividad en la elaboración de la ofrenda.
Otro primer lugar correspondió a la ofrenda número 8, que estuvo dedicada a Michael Faraday científico que desarrolló el primer motor eléctrico, fue elaborada por alumnos del Colegio de Ingeniería Mecánica y Eléctrica de la Facultad de Ingeniería de la BUAP, ganando un premio de 2 mil pesos.
Los alumnos representaron un altar de siete niveles, con flores de muerto amarillas y rojas, un arco, cruz y ganaron porque contuvo todos los elementos tradicionales.
El segundo lugar lo obtuvo la ofrenda 16 que desarrollaron alumnas del Colegio de Geofísica, estuvo dedicada a la pintora Frida Kahlo y personajes de la cultura mexicana, el premio fue de 1,500 pesos.
Representó a dos estratos, el mundo de los vivos y los muertos , en la parte superior se observó un altar de siete niveles que contenía elementos como velas, cruces, agua, fuego, tierra, flores, retrato del difunto, cruces pequeñas con los nombres de personajes ilustres y el retrato de Frida Kahlo. En la parte inferior el inframundo con graciosas calaveras en escenas cotidianas disfrutando en parejas de la comida y bebida, rematando en la parte superior con una catrina vestida de negro, que al abrirlo mostraba el altar.
Finalmente el tercer lugar, lo ganó el equipo número cinco y obtuvo un premio de 500 pesos.
El altar fue dedicado a los accidentes industriales y fue elaborado por los alumnos del colegio de ingeniería industrial de la Facultad de Ingeniería de la BUAP , quienes diseñaron un altar muy creativo con cartón, pintura fluorescente, luz negra, arroz y flores pintadas, velas encendidas y un arco.
Para entrar al inframundo colocaron una base cuadrada de cartón y una pequeña ventana que al asomarse mostraba el altar que daba un efecto de iluminación en medio de las tinieblas .
El altar estuvo compuesto de siete niveles y fue dedicado a todos los ingenieros que han muerto en accidentes de obra y como son muchos no tuvo una imagen específica. La explicación fue elaborada en verso de manera convincente e instructiva.
Cabe mencionar que hubo otras ofrendas que aun cuando no pasaron a la final, si sobresalieron por su originalidad como la ofrenda número 14, dedicada a los niños con cáncer .
También la ofrenda número 10, que representa uno de los 9 cielos del inframundo prehispánico fue elaborada a mano con papel y alambre por dos alumnos del Colegio de Ingeniería Geofísica.
El alumno Alfonso Sánchez Ramírez tuvo la creatividad para representar el lugar del eterno reposo u obsidiana de los muertos, un árbol que mana leche y las calaveritas de los niños, él y su compañera de clases Miriam Covarrubias, explicaron lo siguiente:
Los orígenes de la tradición del Día de muertos son anteriores a la llegada de los españoles quienes tenían una concepción unitaria del alma, idea que les impidió entender que los indígenas atribuyen a cada individuo varias entidades anímicas y que cada una de ellas tuviera al morir un destino diferente.
Dentro de la visión prehispánica el acto de morir era el comienzo de un viaje hacia el Mictlan, el reino de los muertos descarnados o el inframundo, también llamado Ximoayan, término que los españoles tradujeron como infierno.
Este viaje duraba cuatro días. Al llegar a su destino, el viajero ofrecía obsequios a los señores del Mictlan : Mictlantecuhtli (Señor de los Muertos) y su compañera Mictecacíhuatl (Señora de los Moradores del Recinto de los Muertos). Estos lo enviaban a una de las nueve regiones, donde el muerto permanecía un periodo de prueba de cuatro años antes de continuar su vida en el Mictlán, hasta llegar al último piso, que era el lugar de su eterno reposo, denominado obsidiana de los muertos.
Siempre estuvo presente en la cosmovisión prehispánica registrado en etnias como totonaca, nahua, mexica y maya. En esta época era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
El Festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba en el noveno mes del calendario solar mexicano iniciando en agosto y celebrándose durante todo un mes.
Para los indígenas la muerte no tenía la connotación moral de la religión católica, en la cual la idea de infierno o paraíso significa castigo o premio. Los antiguos mexicanos creían que el destino del alma estaba determinado por el tipo de muerte que había tenido la persona y su comportamiento en la vida.
La almas de los que morían en circunstancias relacionadas con el agua se iban al Tlalocan o Paraíso de Tláloc; los muertos en combate, los cautivos sacrificados y las mujeres muertas durante el parto llegaban al Omeyocan, paraíso del sol presidido por Huitzilopochtli el Dios de la Guerra. El Mictlan estaba destinado a los que morían de muerte natural.
Los niños muertos tenían un lugar especial llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba la leche para que se alimentaran.
Los entierros prehispánicos contenían los objetos que en vida habían sido utilizados por el difunto y los que podía necesitar en su tránsito por el inframundo.
Finalmente el Director de la Facultad Edgar Iram Villagrán Arroyo les entregó el premio en efectivo a los dos primeros lugares, al segundo y tercer lugar, y agradeció a los alumnos su entusiasta participación en este XIX Concurso de Ofrendas 2014.